martes, 11 de marzo de 2014

Manual del vacío

Introduzca el dedo índice en la cavidad protectora hasta rozar con su yema el exterior resbaladizo y gelatinoso del objeto a herir. Coloque el dedo en posición perpendicular al objeto y manténgalo lo más recto posible, para conseguir una perforación óptima.
Sienta el calor autárquico y las pulsaciones ignorantes. Memorice el compás del objeto y sígalo con su dedo. Una vez que su índice haya mimetizado el movimiento, aprovéchelo para presionar con toda su fuerza, de manera que quiebre la superficie semiesférica con sencillez.
Investigue con la punta del dedo el interior del objeto y realice movimientos circulares para ampliar el agujero recién construido. Una vez que haya amoldado la medida del orificio a la de su dedo, clave éste en el objeto ayudándose de movimientos secos, intensos y breves (para un efecto aún más satisfactorio, segregue palabras punzantes al tiempo que ejerce los movimientos).

Observe el gesto y aguarde la deformación muscular, y sólo (esto es importante) sólo cuando el grito se abra paso, penetre y arranque.

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