domingo, 14 de abril de 2013

Fue entonces, sobre el verde y con la gran ciudad a sus pies, que se percató de que quien realmente iluminaba todo aquello no era la esfera cegadora que tenía ante si, sino que la fuente de luz se encontraba sentada justo a su derecha, y brillaba tanto por sí misma y emanaba tal calor, que notó cómo su invierno, en apariencia permanente, iba evaporándose hasta quedar curada de cualquier elemento gélido. Y supo que quien la acompañaba no se trataba de una persona-luz, que como es sabido son personas escasas y valiosas, sino que iba más allá, era algo mucho más extraordinario, pues la materialización de coincidir había provocado que en la primera tarde de primavera le estuviera sonriendo el tipo de persona más valioso y único que puede existir, por encima incluso de las personas-luz: una persona-sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario