martes, 7 de diciembre de 2010

A veces, sin querer te encuentras dentro de un poema, cuando, una noche lluviosa en la capital, caminas por una céntrica calle, que extrañamente está vacía, únicamente acompañada por el sonido de la lluvia retumbando en las baldosas y las notas de un violín que se convierte en la banda sonora de tus pasos.

A veces, por cosas como esas, Madrid vale la pena.

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