sábado, 30 de julio de 2011

Al mar

Te conocí cuando la razón aún vagaba por los agujeros negros de la inocencia. Fue entonces cuando comencé a amarte.

Los años que siguieron a nuestro primer encuentro me brindaron la posibilidad de conocer todos tus entresijos, pero los paréntesis del despojo de todo lo inmaculado me alejó de tu vacía silueta.

Tiempo después, el cemento fresco de mis reconstrucciones me devolvió al cálido hogar que acoge tu esencia. Me recibiste como se reciben los primeros días de una estación anhelada.
Tímidamente fui tanteando tu interior, y tu calidez me fue envolviendo.
Acariciaste mi piel, dejando tus restos para poder recordarte en la ausencia de tu tacto. Balanceaste mi cuerpo mientras me susurrabas los años vacíos sin contener mi presencia, y yo cerré los ojos y me dejé llevar por tu baile.
Tras el intenso reencuentro, permití que la humedad que dejaste reposada en mis células melancólicas se filtrase por ellas, y, al evaporarse, los posos de tu aroma se quedaron a vivir en mis rincones. 








[el mar...]

1 comentario:

  1. ay! y es una lástima que nosotras seamos de secano, pero así aprecias más las cosas.

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