El blanco y negro invita a la evasión de la mente infeliz, provocando que imagine situaciones paralelas en las que todo va bien y el presente y su futuro potencial consten de menos sombras que la realidad. En esa vida de grises ocurre lo que realmente debería ocurrir, y se dice lo que en verdad debería decirse. Se siente y no se piensa, se actúa y el arrepentimiento no tiene lugar. No somos la suma de hechos pasados, somos puros, sinceros y sin recovecos.
Pero al mirar con perspectiva ese mundo acromático, el dolor de la pérdida y de lo no existente se vuelve una puñalada que provoca la aparición del rojo, y el color irrumpe como una lava ardiente y destructora, eliminando por completo toda sensación grisácea de bienestar.
...quizás por eso siempre preferí las películas en blanco y negro.
Plus ça change…: Crinolina o miriñaque
Hace 9 años
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