martes, 19 de febrero de 2013

La Rive Gauche

En 1959 se estrena Hiroshima, mon amour, película de Alain Resnais. En ese mismo año, se estrenan también Le beau Serge y Les Cousins de Claude Chabrol, Les quatre cents coups de François Truffaut y Le signe du Lion de Eric Rohmer. Puede decirse, (y es sabido) que 1959 marca el inicio del nuevo cine francés, de la Nouvelle Vague, pero en este grupo de películas cismáticas hay una que no encaja en esta categoría, puesto que no pertenece a la Nouvelle Vague, a pesar de que erróneamente se la ha relacionado con ella. Hablamos de Resnais y su Hiroshima, mon amour, filme que da el pistoletazo de salida a la cara b (más desconocida e injustamente ninguneada) de la revolución cinematográfica europea: la Rive Gauche.

Rive Gauche puede traducirse como "margen izquierda", y es en ese lado donde primero arraigaron las raíces de la bohemia y la intelectualidad moderna de París. Era el hogar de estudiantes, artistas, escritores y librepensadores, y sus habitantes más famosos incluyen a Sartre, Hemingway, Camus, Picasso, Henry Miller y, por supuesto, los cineastas que dieron nombre a esta corriente, separados de la Nouvelle Vague (en el lado derecho) por el Sena y por concepciones diferentes en la manera de hacer cine.
Si los "jóvenes turcos" de Cahiers du Cinéma bebían directamente de su cinefilia y su amor por el Hollywood clásico, estableciendo sus modelos estéticos a partir del cine americano e intentando buscar una nueva "mise en scène", los componentes de la Rive Gauche, en cambio, se separaban ideológicamente del otro grupo, pues afirmaban que la pasión cinéfila de los "Cahiers" no pasaba, a finales de los cincuenta, por ningún tipo de inquietud política.

Sus formulaciones estéticas también difieren radicalmente, ya que sus preocupaciones se relacionaban directamente con las del mundo de las artes y con el deseo de documentar la historia. Su concepto de autor no pasaba muchas veces por el deseo de crear guiones propios, sino por establecer un claro contacto con el mundo de la literatura. Puede afirmarse, pues, que en la Rive Gauche se buscaba más la intelectualidad.
Una de las mayores contribuciones de la Rive Gauche fue su preocupación por las estructuras, lo que es condujo a acercarse hacia un cine ensayístico que mezclaba el género documental con el literario, consiguiendo en ocasiones un puente entre el documental y la ficción, es decir, abrieron una nueva dimensión del documental poetizándolo.
El grupo de la Rive Gauche estaba formado por Alain Resnais (Hiroshima, mon amour; L'Anée dernière à Marienbad), Chris Marker (La Jetée, Sans Soleil) y Agnès Varda (Cléo de 5 à 7, Oncle Yanco), todos ellos vinculados al mundo literario, especialmente a los autores del Nouveau Roman que publicaban en Editions du Minuit (algunos de ellos incluso colaboraron en la redacción de guiones o como voz en off de las películas).

Sin embargo, y a pesar de que estos dos movimientos parecen totalmente opuestos, tenían más cosas en común de lo que parecía a simple vista:


Cahiers du Cinéma vs. Positif


La Rive Gauche también militaba en su propia revista, Positif, desde donde sus integrantes escribían y que impulsó su salto de la crítica a la práctica cinematográfica. Además, y pese al reproche por parte de Resnais, Marker y Varda del inexistente compromiso político del otro margen del Sena, ambos movimientos quedan claramente enmarcados en una ideología política de izquierdas. Asimismo, al tratarse de dos corrientes diferentes (aunque con un mismo espíritu de ruptura con lo anterior) no competían, sino que se complementaban y enriquecían una nueva forma de hacer cine, provocando, en ocasiones, la admiración de unos en otros, como ocurrió con el estreno de Hiroshima, mon amour, que fue el motivo de un acalorado debate en la sede de Cahiers du Cinéma, ya que la película fue muy defendida por Godard, Rohmer y Rivette (a pesar de que Resnais reconoció que su relación con ese grupo fue escasa y que únicamente tuvo contacto con Truffaut a partir de sus gustos comunes por Sacha Guitry).


Hoy en día la Nouvelle Vague es mucho más recordada y homenajeada que la Rive Gauche, y los integrantes de ésta última, a excepción quizás de Alain Resnais, quedan olvidados para el gran público, privándoles de una forma de cine que también ha influido en los cineastas actuales, de un híbrido entre literatura e imágenes que forman poemas audiovisuales injustamente relegados a filmotecas y ciclos de culto.


(Algunas de las informaciones sobre la Rive Gauche las he obtenido del libro Nouvelle Vague, los caminos de la modernidad de Cahiers du Cinéma España (ed.). El resto son conocimientos previos que he adquirido debido a mi obsesión con el cine francés)

domingo, 3 de febrero de 2013

Billy Wilder y la Nouvelle Vague

Cameron Crowe: ¿Tuvo una buena relación con Truffaut? ¿Con Godard? ¿O discutían mucho?
Billy Wilder: No. Tuve una buena amistad con Louis Malle, y conocí a Truffaut. Les conocía a todos ellos. Eran buenos, creían que habían dado con algo muy nuevo. No era tanta novedad, pero eran buenos. Por ejemplo, la película de Truffaut La noche americana (1973). En mi opinión, es una auténtica obra maestra. Muy divertida y muy buena. Se lo dije. Justo antes de que muriera, por fortuna. No sé, era una nueva forma de hacer cine, pero no era tan nueva, porque ya había algunas películas nouvelle vague antes de que aparecieran ellos. No me gusta Godard. Creo que, detrás de la máscara del hombre cultivado, no se esconde más que un diletante.

Cameron Crowe: ¿Le consideraban a usted "Hollywood"?
Billy Wilder: Hollywood, sí. Bueno, con cierto respeto por el dinero que se gastaba.

Cameron Crowe: ¿Qué opina de À bout de souffle (1960) de Godard, que escribió Truffaut?
Billy Wilder: À bout de souffle, ésa fue la única buena.
Cameron Crowe: Yo soy gran admirador de Truffaut. Me encantaba su capacidad para capturar la poesía de la vida cotidiana (Wilder asiente). Y, por supuesto, Renoir.






Extracto de Conversaciones con Billy Wilder, de Cameron Crowe.