Corría la década de 1910 y el cine tenía unos quince años de vida. Meliès había comenzado a investigar la ciencia ficción con su
Viaje a la luna (1902), se había descubierto el primer plano, y el montaje aparecía tímidamente en
Life of an American fireman (1903) de Porter. Hollywood empezaba a nacer como la meca del cine debido a las caras patentes de Edison, que obligaban a los cineastas a huir a la lejana California para poder rodar sin rendir cuentas abusivas.
Todo esto es, en más o menos medida, de sobra conocido.
Lo que no se dice es que Hollywood fue construido por mujeres.
Antes de que el cine fuese considerado un arte respetable era visto como una diversión para la clase obrera, por lo que no se veía con buenos ojos trabajar en películas. De esta manera, Hollywood lo construyó gente que no era aceptada en ninguna otra profesión: inmigrantes, judíos y mujeres. Y es por ello que la mitad de las películas antes de 1925 fueron escritas por mujeres.
Antes de 1912 las películas consistían en acciones individuales, como por ejemplo
El estornudo (1894) de Fred Ott. Pero entonces una secretaria de la productora de Léon Gaumont a la que dejaban "jugar" con los aparatos cinematográficos después del trabajo demuestra que sabe y que puede. Y lo hace muy bien. Tan bien que Alice Guy-Blaché se convierte en la primera directora y hasta ahora la única mujer propietaria de un estudio de cine y en la primera guionista, hombre o mujer, de la historia al crear tramas dramáticas por primera vez con su película
La fée aux choux (1896), semanas antes de la incursión en el cine de George Meliès. Sus historias denotan una gran sensibilidad poética, prueba de ello es su película
Falling Leaves (1913), en la que una niña oye al doctor decir que su hermana morirá antes de que caigan las hojas y sale afuera para intentar atarlas. Guy-Blaché además fue la primera en usar grabaciones con un gramófono al mismo tiempo que las imágenes y la productora de una de las primeras películas a color, la primera persona en utilizar efectos especiales, usar la doble exposición del negativo, las técnicas de retoque, la cámara lenta y rápida y el movimiento hacia atrás. Dirigió, produjo y supervisó más de 600 películas, que tocaban todos los géneros. Fue la primera persona que dirigió una película en la que todos los protagonistas eran negros (
Un tonto y su dinero, 1912) y además jugó un papel clave en la producción de las primeras películas sonoras.
Alice Guy se trasladó a Estados Unidos, donde otras mujeres comenzaban a cambiar la forma de hacer cine.
Una de las directoras más innovadoras fue Lois Weber. Como ejemplo, su película
Suspense (1913) (que protagoniza ella misma), en la que una mujer está en casa con su bebé, oye a un intruso, mira por la ventana, y la directora muestra lo que la mujer ve en un magnífico plano subjetivo ladeado, algo que no se había hecho hasta entonces. La mujer llama por teléfono a su marido y Weber divide la pantalla en tres para mostrar tres acciones a la vez (recordemos que estamos en 1913 y esto supone algo inédito hasta entonces). El marido coge un coche y va seguido por la policía, esto se muestra en un original plano del espejo retrovisor por el que se ve a la policía. La película se rodó años antes que
El nacimiento de una nación (1915) o
Intolerancia (1916), ambas del considerado como inventor del lenguaje cinematográfico D.W. Griffith, aunque vemos que en
Suspense de Weber hay atisbos de este lenguaje. Esta podría ser una razón para que injustamente esta película se atribuyera durante años a Griffith, un hombre.
En la figura del guión, aparte de Alice Guy, otras mujeres fueron pioneras. Frances Marion fue una figura aún más importante. Fue la guionista, hombre o mujer, mejor pagada de 1915 a 1935, y la única mujer que ha ganado dos Oscar como guionista, por
The big house (1930), el primer drama carcelario en ser rodado, y
The champ (1931), una película de boxeo. Esto demuestra que las historias no tienen género, que no por ser escritas por una mujer deben ser dirigidas sólo a mujeres o contar historias románticas. Mujeres como Frances y otras como Adela Rogers St. Johns, Bess Meredyth o Anita Loos eran la élite de los guionistas. A ellas recurrían Thalberg y Mayer (los dos principales productores de la época, directores de la Metro Goldwyn Mayer) cuando tenían grandes producciones.
Con las películas sonoras, el precio de los rodajes se disparó. Fue ahí cuando Wall Street entró en escena. Con la llegada del dinero se empezó a pagar mejor, el cine se vio como un negocio serio y los hombres coparon esos puestos. Y no sólo los puestos, sino la historia. Borraron a las pioneras, más interesadas en el arte, la investigación, y la innovación que en la riqueza y sus nombres rara vez se enseñan en las escuelas de cine. Los libros hablan de una historia sesgada y protagonizada por hombres, dejando en el olvido la imprescindible figura de muchas mujeres sin las que el cine tal y como lo conocemos ahora no existiría.
Esta discriminación continúa hoy en día, donde la mujer, el género que inventó la acción dramática en cine, supone sólo el 22% de los guionistas en Estados Unidos y el 19,7% en España. Por supuesto, con sueldos más bajos que los de sus compañeros varones.
(Las fuentes a las que he recurrido para poder contrastar mis conocimientos y así elaborar el post de manera fiel son: los comentarios de la historiadora Cari Beauchamp para The story of film: an odyssey, la web http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/figurasaliceguy.htm de Enrique Martínez-Salanova Sánchez y los porcentajes aportados por CIMA)